jueves, 28 de abril de 2011

Pequeño Pez


«Usted perdone», le dijo un pez a otro, «es usted más viejo y con más experiencia que yo y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame: ¿dónde puedo encontrar eso que llaman Océano? He estado buscándolo por todas partes, sin resultado».
«El Océano», respondió el viejo pez, «es donde estás ahora mismo».
«¿Esto? Pero si esto no es más que agua... Lo que yo busco es el Océano», replicó el joven pez, totalmente decepcionado, mientras se marchaba nadando a buscar en otra parte.


Hay algo desconcertante en la búsqueda espiritual.
Una parte de la mente se siente separada. Cree ser una entidad diferenciada, con una mente y unos pensamientos privados y una historia personal. Cree tambien que esa mente individual es un producto de las actividades de su cerebro. Y su sensación de identidad va inseparablemente unida a su cuerpo. Se llama a si misma "yo". Todo aquello que no es "yo" (el ego), es objeto.
De modo que tenemos un sujeto en un mundo de objetos.
Todo aquello sobre lo que podemos pensar sigue esta estructura dualista de separación sujeto-objeto (el pensador- lo pensado; el perceptor- lo percibido, ect). 
El ego es un "hacedor" cuya estructura dinámica le lleva a experimentar necesidades y a proporcionar-se su satisfacción.
La búsqueda espiritual es una de las muchas actividades que un ego puede acometer.
Es relativamente sencillo poner al ego-hacedor a tareas espirituales como meditar y a hacer todo tipo de talleres y cursos.. Cuencos tibetanos, risoterapia, flores de Bach, Reiki, masaje digitosupercalifragilístico craneal, estas ofertas parecen reproducirse por esporas y atienden a esta demanda de consumo espiritual creciente. Y son útiles y ayudan a muchos.
Pero en algún punto del camino, el ego-buscador deberá pararse y darse cuenta de que buscar la realización del ser no es mas que un engaño dualista mas.
El juego del ego requiere 1.que demos la separación por real. 2. que consideremos el momento presente como algo imperfecto que debe ser modificado, mejorado.
Al ego le da igual lo que busquemos. No le importa que andemos persiguiendo éxito, dinero, prestigio, el nirvacalpa samadhi.....o un pimiento morrón. Lo que sí le importa es que busquemos porque eso perpetúa la separación que es el único medio en el que puede vivir como si fuera una entidad sólida y real.
De modo que el ego solo puede buscar al Ser como un objeto. Algo que no está presente ahora, pero que puedo obtener mediante la realización de ciertas prácticas con las que lograré eventualmente la iluminación que me convertirá en un mega-ego.
Pero esta búsqueda es de una naturaleza totalmente diferente ya que lo que busca es lo buscado y no hay objeto que obtener.
El ego no tiene nada que ganar en esta empresa. Es por tanto una jornada suicida para él que acaba destruyendo su identidad separada.
Ninguna actividad o práctica puede proporcionarle nada que ya no sea y todo esto resulta muy paradójico e impensable para su mente concebida para operar en un mundo de objetos separados.
Esto no significa, por extraño que pueda parecer, que la práctica sea algo desaconsejable.
La práctica es de inestimable valor, pero no porque pueda conducir a la meta, sino porque es la manifestación de nuestra determinación a descartar todo aquello que se interpone en la visión de lo que siempre en todo momento y lugar sin excepcion ES.

                      "Antes de que Abraham fuese, Yo Soy"

Y este es el motivo por el que  Un Curso de Milagros dice que, una vez que hayamos completado el proceso de expiación, y nuestra mente esté completamente libre de ilusiones, Dios Mismo dará el último paso que nos conducirá de regreso a Él.


                "¿ Hay algo que yo pueda hacer para llegar a la iluminación?
           Tan poco como lo que puedes hacer para que amanezca por las mañanas.
           Entonces, para qué valen los ejercicios espirituales que tú mismo recomiendas?
           Para estar seguro de que no estáis dormidos cuando el sol comienza a salir."



 

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