sábado, 23 de abril de 2011

Mil vuelos pasé de un vuelo


                              ¿Cómo expresar con palabras un instante sin palabras?
Es relajante acometer una empresa imposible sabiendo que lo es. Sin esperanzas de lograrlo. Simplemente dejando que suceda como un canto , una pintura o una poesía.. sin propósito alguno. Dispuesta a que su forma sea una absurda paradoja. Con la certeza de que en realidad no importa pues las palabras son solo símbolos de símbolos.
Hace años un día paseaba por Milán.
Había ido a Italia a visitar a mi hermano que vivía alli por entonces. Ese día habíamos programado una excursión a Venecia en tren. No podía esperar a conocer esa ciudad. Siempre había querido ir a ese lugar como de sueños..
A mi hermano le surgió un trabajo imprevisto y tuvimos que posponer la visita a Venecia.
De modo que me fuí de mala gana a pasear por Milán. No tenía demasiado interés por esta ciudad que me parecía un centro de moda, tiendas y negocios en el que la principal diversión era machacar la visa .Pero acabé recorriendo la galería Vittorio Emanuelle, esa lujosa feria de vanidades encupulada. Y pisé al pobre toro en sus teselas mas íntimas para que la suerte me fuese propicia en un moderno ritual turístico, probablemente dejándome llevar por los efluvios del lugar.
La galería desemboca en la Piazza del Duomo......y allí estaba la Madonina en el pináculo de  un templo gótico al que me apresuré a entrar.
Duomo es una palabra que viene del latín Domus Dei que significa "Casa de Dios".
Las catedrales me vuelven loca y debo haber visitado miles ...o millones..
Pero cuando entré en el Duomo de Milán...me asaltó una impresión extraña. Como de reconocimiento. Una vaga sensación de algo inexplicablemente familiar.
Aquí el lenguaje no me alcanza.
La recorrí como habitualmente recorremos las catedrales, con interés artístico y admiración porque es veramente bel-la. Al terminar de investigar mirando sus altares, retablos, imágenes, vidrieras...me senté en el primer banco frente al altar mayor.
Mi pensamiento seguía el orden-ordinario con su secuencia espacio temporal. Miraba sus altas columnas decoradas con tallas en mármol y me preguntaba cómo se habría construido una maravilla así. Qué hombres anónimos utilizándo que ingeniosas técnicas habrían levantado columnas tan altas, sobre qué andamios.............
De pronto mi pensamiento se detuvo.
Imagino que fué asi porque lo que sucedió no ocurrió en el tiempo ni en el espacio y por tanto el pensamiento no pudo ser el vehículo de la experiencia.
Ví...entendí con el corazón.. sentí una certeza aplastante.. (no sé que palabras ponerle)...
Que ese majestuoso templo, símbolo en piedra de la casa de Dios, era una imagen que brotaba en ese instante de mi mente como una proyección sublime.
Entendí lo que dicen los místicos cuando aseguran que el mundo está en la mente.
Y que yo y Dios somos la misma innombrable y misteriosa cosa.
Y que nada y todo no son opuestos Yque si el pensamiento no lo crea, el tiempo simplemente no existe. Tampoco el espacio.
En aquel acto de percepción perfecta ,El Duomo y yo nos fundimos en un instante eterno y mi mente vibró en una frecuencia silenciosa.
Entendí literalmente el Universo y su manifestación como algo inseparable de mí. Y que aquel instante de percepción era en realidad un acto de creación...
Y una dicha incontenible se apoderó de mí.
¡ Había tocado el cielo con la punta de mis dedos!
Ese estado se desvaneció dejándo en mí un rastro de paz y una alegría que aun hoy puedo evocar mientras escribo.
Un Curso de Milagros llama Instantes Santos (satori, insight) a estos regalos de lucidez. Esos en los que cesa toda duda y  como decía San Juan:

                                                                            "..Por una extraña manera
                                                                             mil vuelos pasé de un vuelo
                                                                             porque esperanza del cielo
                                                                             tanto alcanza cuanto espera
                                                                             esperé solo este lance
                                                                             y en esperar no fui falto
                                                                             pues fui tan alto tan alto,
                                                                             que le dí a la caza alcance"

Estas experiencias parecen tener un comienzo y un final, pero en realidad transcurren sin tiempo y son las pistas que nos hacen reconocer el camino que recorremos sin extraviarnos con las tentadoras promesas de la plaza del mercado por mucho que tengan nombres rimbombantes como Vittorio Emanuelle y cúpulas..y toros.
Estos instantes santos son como los agujeros de gusano de la Teoría de las Cuerdas, los atajos en el tejido espacio-temporal que nos acortan la jornada de regreso en eones impensables.

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