martes, 7 de junio de 2011

Luz en el sueño


Si supieras Quien camina a tu lado por la senda que has escogido, seria imposible que pudieses experimentar miedo.

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Todos los hombres y mujeres que andan los caminos de este mundo están afectados de una dolencia.
Todos Sufren.
Es la marca de fábrica.
Y todos creen que las causas de su sufrimiento está en el exterior y que es ajena a su voluntad. De hecho cada historia personal es la forma específica en que se articula este drama.
 El mundo contra mí.
Yo soy un sufridor como resultado de un pasado en el que fuí víctima del mundo de alguna manera.
Unos padres poco amorosos, pobreza, algún defecto físico, algún accidente o pérdida que me marcó, dificultad en los estudios o en mis relaciones con mis compañeros, amigos, hermanos, profesores..
Alguna enfermedad, algún fracaso amoroso, laboral..
Es absolutamente irrelevante cuál sea la "causa" elegida para justificar nuestro estatus de sufridor.
Sufrir es la manera en que mostramos nuestra lealtad al ego.
Al ego no le importa qué ha ocasionado el trauma.
Pero exige que sufras.
Solo el sufrimiento hace que él parezca real.
Solo el sufrimiento ,por sutil que sea, prueba su existencia separado del Ser.
El pensamiento/creencia que llamamos "ego" es inmisericorde. Exige su tributo hasta la muerte.
Pero es que cuando entendemos la dinámica interna -perfectamente coherente aunque desquiciada- de esta creencia, entendemos que no puede ser de otro modo.
¡El ego exige sufrimiento porque le va la vida en ello!
Es por eso que el ego es incapaz de amar. Necesita que estés completamente aislado. Aquejado de la dolencia que te mantiene preso. Una percepción distorsionada que solo es capaz de atestiguar separación.
El ego no puede comunicarse significativamente con nada. Su miedo es feroz y desconfía de todo y de todos.
Pero cuando la cordura empieza a alborear en nuestras mentes dormidas..
Y empezamos a sospechar que las cosas no son como hasta ahora habíamos creido.
Cuando entendemos que el Ser no puede sufrir y que hacerlo es el signo de que creo ser algo diferente.
Empezamos a cuestionar el sufrimiento y la luz comienza a colarse en el sueño de sombras.
Durante algún tiempo y como transición, pasaré de sentirme aislado a sentir la amorosa y protectora presencia de una fuerza que en el Curso llamamos Jesús o Espíritu Santo. Algunos imaginan al principio, cuando sus mentes aun están hipnotizadas por la dualidad, que se trata de entidades externas y diferentes de ellos mismos. De ese modo, la benéfica influencia de estas creencias, les ayudan a atravesar las dificultades del proceso del perdón indispensable para purificarnos y poder regresar al reino del Conocimiento, Dios, Reino de los Cielos, Unicidad, Ser (el nombre no importa).
Esos entrañables personajes que aparecen cuando la mente ha superado su creencia en el aislamiento desolador, permanecen el tiempo necesario y cumplen su función.
Cuando la última lección se ha aprendido y no queda ningún ídolo que perdonar, la mente alcanza tal
Silencio y Quietud.
Y la luz es ya tan evidente e irresistible...
Que el Ser da el último paso..
y el último vestigio de individualidad y separación queda disuelto
en el Amor de Dios.


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