viernes, 17 de junio de 2011

LECCIÓN 168


Tu gracia me es dada. La reclamo ahora.

Dios nos habla. ¿No deberíamos nosotros acaso hablarle a Él? Dios no es algo distante. No trata de ocultarse de nosotros. Somos nosotros los que tratamos de ocultarnos de Él, y somos víctimas del engaño. El siempre está enteramente accesible. Él ama a su Hijo. De nada, excepto de esto se puede estar seguro, pero con eso basta. Él amará a su Hijo eternamente. Aun cuando su mente duerme, Él lo ama. Y cuando su mente despierte, Él lo seguirá amando con un Amor que jamás ha de cambiar.

Si supieras el significado de Su Amor, tanto la esperanza como la desesperación serian imposibles. Pues toda esperanza quedaría colmada para siempre y cualquier clase de desesperación sería inconcebible. Su gracia es Su respuesta para toda desesperación, pues en ella radica el recuerdo de Su Amor. ¿Cómo no iba Él a proporcionar gustosamente los medios a través de los cuales puede reconocerse Su Voluntad? Su gracia es tuya sólo con que la reconozcas. Y Su memoria despertará en la mente que le pida los medios a través de los cuales su sueño termina.

Hoy le pedimos a Dios el regalo que con más celo ha conservado dentro de nuestros corazones, en espera de que se le reconozca. Se trata del regalo mediante el cual Dios se inclina hasta nosotros y nos eleva, dando así Él Mismo el último paso de la salvación. Todos los pasos, excepto éste, los aprendemos siguiendo las instrucciones de Su Voz. Pero al final es Él Mismo Quien viene, y tomándonos en Sus Brazos hace que todas las telarañas de nuestro sueño desaparezcan. Su regalo de gracia es algo más que una simple respuestas pues restaura todas las memorias que la mente que duerme había olvidado y toda la certeza acerca del significado del Amor.

Dios ama a Su Hijo. Pídele ahora que te proporcione los medios a través de los cuales este mundo desaparece, y primero vendrá la visión, y un instante más tarde, el conocimiento. Pues en la gracia ves una luz envolver al mundo con amor, y al miedo borrarse de todos los semblantes conforme los corazones se alzan y reclaman la luz como suya. ¿Qué queda ahora que pueda demorar al Cielo un sólo instante más? ¿Qué queda aún por hacer cuando tu perdón descansa sobre todas las cosas?

Hoy es un día nuevo y santo, pues recibimos lo que se nos ha dado. Nuestra fe radica en el Dador, no en nuestra aceptación. Reconocemos nuestros errores, pero Aquel que no sabe de errores es Quien ha de responder a ellos, proporcionándonos los medios con los que podemos dejarlos atrás y elevarnos hasta Él con gratitud y amor.

Y Él desciende para recibirnos, según nosotros nos acercamos a Él. pues lo que Él nos ha preparado, Él lo da y nosotros lo recibimos. Tal es Su Voluntad, pues Él ama a Su Hijo. A Él elevamos nuestras oraciones hoy, devolviéndole tan sólo la palabra que Él nos dio a través de Su Propia Voz, Su Palabra, Su Amor:

Tu gracia me es dada. La reclamo ahora.
Padre, vengo a Ti. Y Tú vendrás a mi que te lo pido,
pues soy el Hijo que Tú amas.

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COMENTARIO:

¿Cuál es la responsabilidad y el compromiso de un estudiante de UCDM?
El Perdón.
Debemos limpiar nuestra mente de todas sus creencias ilusorias. Eso es el Perdón.
Esto es lo que el Curso enseña. Y esto lo que aprendemos.
Una vez que hemos vaciado nuestra mente, hemos cumplido nuestra tarea.
Nos hemos conducido a nosotros mismos hasta el último peldaño de la escalera de la dualidad.
Desde ahí, Dios mismo dará el último paso.
Con su Gracia, disolverá el último vestigio de separación y la Mente despierta del Cristo (el Testigo) se fundirá en la Unidad del Amor.
En ese estado solo el Ser UNO existe.
Y el mundo y todas las baratijas que ofrece, sus estridencias, y vanos objetivos regresan a la nada de la que surgieron.
Como en el cuento, la muñeca de sal ha de recorrer todo el camino hasta el mar a través de valles y montañas..una vez allí, el poder del mar la disuelve hasta convertirla en algo indestinguible e inseparable del Oceano. 
Reclamar la Gracia que me libera es mi derecho fundamental.
Cuando invocamos nuestro poder y reclamamos la Gracia de despertar a nuestro Ser, no hay poder en el Universo capaz de detener el amanecer. Pues en ese único deseo legítimo nos alineamos con la voluntad de Dios.








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