Hoy es el último día del año.
El fín de un año no es sino una más de nuestras convenciones.
Trazamos una línea arbitraria sobre la ilusión del tiempo y creemos que algo termina..y algo comienza.
Y así hemos celebrado finales y principios entre fiestas y nostalgias, mientras nuestras vidas parecen avanzar por esa línea implacable que nos conduce al final.
Y mientras creamos ser criaturas del tiempo
brindaremos por años que terminan dejando sus huellas y recuerdos
y aguardaremos expectantes los acontecimientos agazapados en los años que comienzan..
temiendo y anticipando un destino incierto.
Pero no tiene que ser de ese modo.
El fín de un año es solo un símbolo hermoso..
Morimos y nacemos a cada instante.
Y el tiempo no puede dejar su huella en aquello que Somos.
Ni los fracasos ni los desengaños, ni los errores, ni las despedidas..
Podemos elegir morir a las limitaciones
Y nacer en la quietud y el silencio...
a la Plenitud.
Frescos y nuevos, dispuestos a Amarlo Todo.
Hoy me detengo y utilizo este símbolo del mundo..
El Año Viejo.
Lo contemplo y lo bendigo.
Bendigo cada instante vivido y doy GRACIAS por los maestros y maestras con los que me crucé y por las lecciones que me enseñaron.
Mis hermanos queridos sin los cuales vagaría perdida para siempre.
Y llena de Gratitud y Amor..
Y llena de Alegría,
me desprendo de los recuerdos para adentrarme en el Año Nuevo.
Y nacer a la Inocencia.
Mi inocencia es la llamada irresistible que el Amor no puede desoir..
Comienza un año consagrado a la Paz.
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