viernes, 16 de marzo de 2012

LECCIÓN 76



No me gobiernan otras leyes que las de Dios.

Hemos visto antes cuantas cosas absurdas te han parecido ser la salvación. Cada una de ellas te ha aprisionado con leyes tan absurdas como ellas mismas. Sin embargo, no estás aprisionado por ninguna de esas cosas. Mas para comprender que esto es cierto, primero te tienes que dar cuenta de que la salvación no se encuentra en ninguna de ellas. mientras la busques en cosas que no tienen sentido te atarás a ti mismo a leyes que tampoco tienen sentido. Y de esta manera, tratarás de probar que la salvación está donde no está.
Hoy nos alegraremos de que no puedas probarlo. Pues si pudieses, buscarías la salvación eternamente donde no está, y jamás la hallarías. La idea de hoy te repite una vez más cuán simple es la salvación. Búscala allí donde te espera y allí la hallaras No la busques en ninguna otra parte, pues no está en ninguna otra parte.
Piensa en la liberación que te brinda el reconocimiento de que no estás atado a las extrañas y enrevesadas leyes que has promulgado para que te salven. Crees realmente que te morirías de hambre a menos que tengas fajos de tiras de papel moneda y montones de discos de metal. Crees realmente que una pequeña píldora que te tomes o que cierto fluido inyectado en tus venas con una fina aguja te resguardará de las enfermedades y de la muerte. Crees realmente que estás solo a no ser que otro cuerpo esté contigo.
La demencia es la que piensa estas cosas. Tú las Ramas leyes y las anotas bajo diferentes nombres en un extenso catálogo de rituales que no sirven para nada ni tienen ningún propósito. Crees que debes obedecer las "leyes" de la medicina de la economía y de la salud. Protege el cuerpo y te salvarás.
Eso no son leyes, sino locura. El cuerpo se ve amenazado por la mente que se hace daño a sí misma. El cuerpo sufre sólo para que la mente no pueda darse cuenta de que es la víctima de sí misma. El sufrimiento corporal es una máscara de la que la mente se vale para ocultar lo que realmente sufre. No quiere entender que es su propia enemiga; que se ataca a sí misma y que quiere morir. De esto es de lo que tus "leyes" quieren salvar al cuerpo. Para esto es para lo que crees ser un cuerpo.
No hay más leyes que las de Dios. Esto necesita repetirse una y otra vez hasta que te des cuenta de que es aplicable a todo lo que has hecho en oposición a la Voluntad de Dios. Tu magia no tiene sentido. Lo que pretende salvar no existe. únicamente lo que pretende ocultar te salvará.
Las leyes de Dios jamás pueden ser reemplazadas. Dedicaremos el día de hoy a regocijarnos de que así sea. No es ésta una verdad que queramos seguir ocultando. En lugar de ello nos daremos cuenta de que es una verdad que nos mantiene libres para siempre. La magia aprisiona, pero las leyes de Dios liberan. La luz ha llegado porque no hay más leyes que las de Él.
Comenzaremos hoy las sesiones de práctica más largas con un breve repaso de las diferentes clases de "leyes" que hemos creído necesario acatar. Éstas incluyen, por ejemplo, las "leyes" de la nutrición, de la inmunización, de los medicamentos y de la protección del cuerpo en las innumerables maneras en que ésta se lleva a cabo. Crees también en las "leyes" de la amistad, de las "buenas" relaciones y de la reciprocidad. puede que hasta incluso creas que hay leyes que regulan lo que es de Dios y lo que es tuyo. Muchas "religiones" se han basado en eso. Dichas religiones no salvan, sino que condenan en nombre del Cielo. En cualquier caso, sus leyes no son más extrañas que otras "leyes" que tú crees que debes obedecer para estar a salvo.
No hay más leyes que las de Dios. Deshecha hoy todas tus insensatas creencias mágicas y mantén la mente en un estado de silenciosa preparación para escuchar la Voz que te dice la verdad. Estarás escuchando a Uno que te dice que de acuerdo con las leyes de Dios las pérdidas no existen. No se hacen ni se reciben pagos; no se pueden hacer intercambios; no hay substitutos y ninguna cosa es reemplazada por otra. Las leyes de Dios dan eternamente sin jamás quitar nada.
Escucha a Aquél que te dice esto y date cuenta de cuán insensatas son las "leyes" que tú pensabas regían el mundo que creías ver. Sigue prestando atención. Él te dirá más. Te hablará del Amor que tu Padre te profesa de la infinita dicha que te ofrece, de la ardiente añoranza que siente por Su único Hijo, creado como Su canal de creación, pero que éste le niega debido a su creencia en el infierno.
Abramos hoy los canales de Dios y permitamos que Su Voluntad se extienda a través de nosotros hasta Él. De esa manera es como la creación se expande infinitamente. Su Voz nos hablará de esto, así como de los gozos del Cielo, que Sus leyes mantienen por siempre ilimitados. Repetiremos la idea de hoy hasta que hayamos escuchado y comprendido que no hay más leyes que las de Dios. Después nos diremos a nosotros mismos, a modo de dedicatoria con la cual concluye la sesión de práctica:
No me gobiernan otras leyes que las de Dios.
Repetiremos hoy esta dedicatoria tan a menudo como sea posible; por lo menos cuatro o cinco veces por hora, así como en respuesta a cualquier tentación de sentirnos sujetos a otras leyes a lo largo del día. Es nuestra declaración de que estamos a salvo de todo peligro y de toda tiranía. Es nuestro reconocimiento de que Dios es nuestro Padre y de que Su Hijo se ha salvado.

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Comentario:

Esta lección es una muestra del poder sin límites de esta enseñanza.
¿Cuántos de nosotros reconocemos nuestra condición de esclavos?
Así, sin eufemismos.
¿Cuántos nos damos cuenta del profundo sopor en el que estamos sumidos a causa de nuestros condicionamientos?
La mayoría de nosotros no ha tenido una respuesta genuina a las circunstancias de su vida en años. Y nos limitamos a reaccionar siguiendo las consignas del programa. Y lo que es peor,
¡Cremos que somos libres!
Este programa que nos esclaviza está en nuestras propias mentes, y tampoco nos damos cuenta de eso.
Somos nosotros quienes lo validamos con el poder de nuestra creencia.
El Curso es un entrenamiento mental que nos lleva a detenernos y cuestionar todas y cada una de las creencias que albergamos en nuestras mentes, haciéndonos entender que son éstas las que nos impiden el acceso a nuestra verdadera Libertad que es sinónimo de Paz y Dicha.
Tenemos un set de creencias para cada cosa, sustentadas por una intrincada red de relaciones causa-efecto totalmente ilusoria y descabellada pero que pocos ponen en duda.
Creemos ser un pozo sin fín de necesidades que se satisfacen con lo que este mundo tiene que ofrecer (dinero, posesiones, relaciones, medicinas, logros, reconocimiento...)
Nos convertimos así en víctimas del mundo. Criaturas carentes y vulnerables en un estado de permanente anhelo, gobernados por nuestras percibidas necesidades y deseos.
Y toda nuestra vida se consume en intentar obtener y conservar lo obtenido.
El miedo no puede sino ser la consecuencia natural de como nos percibimos.
Pero aquel que hace suyo el pensamiento de la lección de hoy y llega a SABER
que no le gobiernan otras leyes que las de Dios y que éstas garantizan su Libertad.
Aquel que confía en la bondad del proceso y deja que gentilmente se le muestre su error.
Aquel que intercambia las miserias que este mundo ofrece por la Paz de saberse invulnerable..
Ese que ha Perdonado al mundo y se ha liberado de la esclavitud..
Ese está listo para el último paso.
El último paso lo da Dios.
Y es tan seguro como que la noche termina al amanecer
para aquel que ha aceptado la Expiación.





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